San Diego día de marcha y últimos días

Al día siguiente de la playa, tampoco me levanté pronto. El día estaba medio nublado, y tampoco apetecía mucho salir. En el desayuno conocí a Jordi, un chaval bien simpático con el que pasé el resto del día. Como no hacía muy bueno dimos una vuelta por los alrededores sin alejarnos mucho. Estuvimos hablando de todo un poco, hubo muy buen entendimiento. Jordi estaba en Estados Unidos buscando ideas, y también inspiración. A veces es necesario salir de la zona de comfort e intentar ver más allá. Jordi es autónomo con ganas de hacer algo diferente en España y/o en Cataluña.

Coincidimos en muchas cosas, en líneas generales, en otras no, pero ambos somos "open minded" y nos gusta escuchar y ver y compartir otros puntos de vista. Así que nos entendimos muy bien. Dimos una vuelta por el paseo marítimo, y luego un poco por las calles cercanas. Llegada la hora de comer Jordi buscó un restaurante con buena crítica y buen precio y que estuviera cerca. Cuando llegamos al sitio, parecía cerrado, ya que los cristales estaban un poco tintados y no se veía gente. Entramos y sí, estaba abierto. Recuerdo que pedí algo terminado en sandwich y me trajeron una hamburguesa. Estaba deliciosa.

Cuando terminamos de comer, decidimos tomar algo de sobremesa. Empezamos con cervezas, en un bar que estaba casi enfrente del hostel y que se llenaba casi todos los días. Jordi es muy curioso y analítico y me comentaba muchas curiosidades y preguntaba otras a los camareros. Muy interesante todo. Como a las cinco o seis de la tarde, una leve pero constante lluvia nos hizo movernos al interior del local. Nos acomodaron en una mesa larga con más gente. Ahí conocimos a un grupo que venía a ver un partido de Footbal americano, no recuerdo desde dónde. Ya eran como las ocho cuando pedimos algo de comer, porque tanta cerveza empezaba a hacer efecto. Después de unas alitas, seguimos pasándolo bien.

Sobre las nueve, en el bar movían las mesas para hacer hueco para una pista de baile. El DJ del local subía el volúmen de la música y ponia "éxitos de baile modernos", joder qué viejo me sentí!! Después de un rato, como a la una de la mañana o algo así. Decidimos cambiar de local, fuimos a otro un poco más oscuro, pero no tan animado como el bar, y con música que me gustaba aún menos. El caso es que lo cerramos y de ahí, al hostel.

Al día siguiente Jordi quería dar una vuelta y conocer un poco San Diego. Le dije lo que yo había visto. Como había alquilado un coche, iba y venía más rápido que yo. Así que en un día visitó el parque Balboa, La Jolla y alguna parte más. Yo por mi parte decidí ir a otra playa, porque La Jolla me había gustado.

La playa está en "Coronado" al otro lado de la bahía. Se iba en autobús bien. Hacía un poco más de aire, así que pensé en ir con mi chaqueta. Se me olvidó. Al llegar a Coronado tuve que comprar algo para el frío porque "Hacía un ris que cortaba el pis". Realmente hacía más viento que frío, pero la sensación no era agradable. Al llegar ya eran como las dos de la tarde, así que al llegar tenía hambre. Comí una pita de pollo con patatas y algo de beber.

De camino a la playa, me encontré con estos coches.


Este es el bueno.
Un poco más adelante ya estaba la playa, que tenía bastante gente para la temperatura que hacía. Lo que no recuerdo era el día, pero si era entre semana había bastante gente. Ese día tuve un problema con la cámara porque se le gastó la batería y la que traía de repuesto estaba también gastada, así que las fotos están hechas con el móvil en su mayoría... hasta que se gastó la batería también.


Ya quedaba poco para la Navidad.

Las vistas más bonitas eran desde un malecón que entraba en el mar unos 50 metros. 
Ese día además la mar estaba bien brava y había muchas olas y levantaban mucha arena de fondo.







Sinceramente no tengo mucho que decir aparte de lo que se ve en las fotos. El malecón estaba bien bonito y hacía buen día, pero con mucho viento. Intenté echarme una siesta en la playa, pero con el viento no se podía porque levantaba la arena. Así que después de tomar una cerveza en un bar y como no podía tomar más fotos decidí irme.

Me perdí un poco, pero encontré a un simpático lugareño que me indicó muy amablemente dónde subirme al bus.

Después de llegar al hostel, ducharme, relajarme, decidí darme una vuelta. Después de un rato, ya sobre las 9, decidí entrar en un Hooters. Al rato llegó Jordi, nos tomamos un par de cercezas y nos fuimos al hostel. Ya no estábamos para fiestas.

Al día siguiente sólo di una vuelta por el paseo marítimo, y literalmente perdí el tiempo. Alguna foto hice.











Como un taxímetro pero para hacer donaciones.


Terminé el día cenando en un lugar en el que pides la carne que quieras, te la traen cruda y te la haces al gusto. Un rollo de cuidado, pero lo mejor es lo que se ahorran en chefs. No tenías opción para que ellos te la hicieran. Era un poco caro, pero la verdad es que el trozo de carne que te ponen estába bien hermoso y bastante rico.

Al día siguiente, ya era mi último día. Tenía que estar en el Aeropuerto de Tijuana como a las tres de la tarde o algo así. Así que me informé de cómo se llegaba al paso fronterizo con más tráfico de personas del mundo y allá que fui.

El paso está a varios kilómetros de San Diego, en un lugar llamado San Isidro. Se llega en tren muy fácilmente, y se tarda unos 15 minutos, el tren no va rápido. Me pasé el viaje charlando con una pareja de Indonesios y con un americano que iba a Tijuana a operarse de cataratas porque era mucho más barato que en USA, y el médico era el mismo.

Creía que me iba a encontrar algún tipo de control, alguno!! pero nada de nada. Te dejan entrar en México sin problema, no te piden nada de nada, ni te paran ni nada. Sólo vi a un soldado americano armado en un pasillo y ya. No hay nada más.

El cambio de país se nota nada más entrar en México, lo que más me impresionó es la larga fila de gente, y la falta de señalización para la gente que entra. Pero lo que más me sorprendió fue que lo primero que te encuentres sea una Farmacia. Y cuando digo lo primero es lo primero, casi no has entrado en México y si te descuidas entras en una farmacia.

Como no está señalizado y las indicaciones son con la mano, me uno a la fila de gente que quiere entrar al país. Pregunto y me dicen que no, que la fila de entrada hay que cruzarla. Total que sago de allí, y me subo a un taxi para que me lleve de inmediato al aeropuerto. Lo hago sin pensar, porque si en USA he creído que te pueda pasar algo en los taxis, en México te pasa. El caso es que iba pensando yo esto por el camino. Así que al llegar al aeropuerto sano y salvo, le doy al taxista una buena propina.

Entro en el aeropuerto y veo un estupendo stand en el que dice, Extranjeros Aquí, o pase por caja, por favor. El caso es que puedes entrar al país y no te dan nada, pero al entrar al aeropuerto y querer subir a un avión te cobran 310 pesos, así por el morro, y yo me quejaba de los gringos que cobran 20 dólares por lo mismo y además lo haces por Internet. Como no tenía, tuve que sacar dinero de uno de los cajeros que habia por allí, que me cobraron 20 pesos de comisión y era el que menos cobraba, curiosamente era el Banco Santander. El BBVA eran 30, y Bancomex creo que 25. Sí, probé los tres que había.

Total que entro, me dan un papel con la visa, por 180 días, y me dirijo a pasar los controles que son tan estúpidos como en cualquier otro lugar del mundo, aunque no me hicieron descalzarme, por suerte.

Comí una hamburguesa en uno de los restaurantes mientras veía la pista y cómo subían y cargaban las maletas en los aviones con carros con tracción humana. En fin. Después de pasar el rato en una de las salas de espera peor diseñadas de la historia (los asientos de espera formaban cuadrados, desaprovechando todo el espacio interior de los mismos, y haciendo la sala mucho más pequeña), subo al avión que me llevará a Oaxaca. Pero eso mañana.

Ciao.

San Diego: En la Playa.

Estedía quería algo más relajado aún, así que opté por la playa.

Bajo a recepción para que me expliquen cómo se llega. Es bastante fácil. Bajas hasta el tren, subes en la linea verde (o naranja) y cuando llegues al final, te subes a un autobús, y te lleva hasta la playa de "La Jolla" creo que se equivocaron con alguna de las letras, pero no quiero entrar en detalle. El caso es que una vez en el autobús, que tarda un poco en llegar, la verdad, voy viendo cómo cambia por completo el paisaje de San Diego. Ahora sólo hay colinas con bonitas casas y comercios a los lados. Realmente bonito. Se nota que en esta parte de la ciudad vive gente con mejor poder adquisitivo.

En el autobús me pasó una cosa muy curiosa, que en España no hubiera pasado. Un chaval de unos veinti-tantos estaba hablando por el móvil casi desde que arrancamos, poco a poco había subido el tono de voz y estaba realmente cabreado con la persona al otro lado. Inicialmente estaba setado en la parte de atrás, y todos oíamos su conversación, algo relacionado con trabajo, el caso es que en cierto momento se va para adelante y ahí sigue su conversación.

Llevaba como veinte minutos largos, y ahora ya estaba casi gritando. Otro chaval, se levanta y le dice algo al conductor. Este en cuanto puede para el autobús, se levanta de su sitio, y le pide muy educadamente que deje de gritar o se baja de SU autobús. Imaginaros a un tío de un metro ochenta, con su buena barriga y amplias espaldas. Un tio tranquilo, de esos que tranquilamente te parten en dos. El chaval del móvil, delgadito, un metro setenta y como cuarenta kilos menos. Bueno, el chaval se le pone farruco al conductor. Este muy tranquilo le repite que deje la conversación o que se baje del autobús, que no nos movemos hasta que haga algo. Al chaval le están tocando las narices por dos lados. Total que como ha "atendido" al conductor, el que estaba al otro lado le ha colgado. Visiblemente cabreado, le da al botón para bajar en la siguiente parada, que está unos pocos metros más adelante. Todo esto sin dejar de maldecir, al conductor, que le resbala mucho lo que le digan, se le ve que tiene callo.

Seguimos el camino sin contratiempos. Hace como 5 minutos que pienso que me he pasado de parada. Le pregunto al conductor y me dice que aún queda, menos mal, porque ir hacia atrás, no me hace ni pizca de gracia, que todo son "bonitas colinas". Me deja casi en mitad de la nada, con un poste por parada (para algunas cosas los americanos son muy austeros). Total que tengo que cruzar la carretera, sin paso de cebra ni nada de nada, así que me acerco a la calle que nace al otro lado de la carretera y que lleva a la playa. Cruzo esperando a que no pasen coches.

Atraviesas una especie de pueblito muy bien puesto, parece que hay pasta. Y un poco más adelante está la entrada a la playa, un poco descuidada. El caso es que la playa está bien, realmente bien. Imagino que en verano se tiene que llenar de gente.

Os pongo directamente las fotos, todas, algunas comentadas, porque es una playa, y pasé casi todo el día.











Sí, a una pata.

Al otro lado de la valla, es una playa privada. Esto en España no pasa, por suerte.


Pues parece que hay casitas por aquí.

Pues yo me voy.

No son de verdad, peo la idea me parece genial para que no suban ni las gaviotas, ni las palomas.

En una zona de la playa había una tubería que soltaba como arena negra, que cuando se mezclaba con la arena y el mar, creaban estas formas en el suelo.

























Y ya de vuelta por la noche, en el centro de San Diego.


No me preguntéis porqué aparece un reflejo del cartel, no tengo ni idea.

Ciao.