San Diego: En la Playa.

Estedía quería algo más relajado aún, así que opté por la playa.

Bajo a recepción para que me expliquen cómo se llega. Es bastante fácil. Bajas hasta el tren, subes en la linea verde (o naranja) y cuando llegues al final, te subes a un autobús, y te lleva hasta la playa de "La Jolla" creo que se equivocaron con alguna de las letras, pero no quiero entrar en detalle. El caso es que una vez en el autobús, que tarda un poco en llegar, la verdad, voy viendo cómo cambia por completo el paisaje de San Diego. Ahora sólo hay colinas con bonitas casas y comercios a los lados. Realmente bonito. Se nota que en esta parte de la ciudad vive gente con mejor poder adquisitivo.

En el autobús me pasó una cosa muy curiosa, que en España no hubiera pasado. Un chaval de unos veinti-tantos estaba hablando por el móvil casi desde que arrancamos, poco a poco había subido el tono de voz y estaba realmente cabreado con la persona al otro lado. Inicialmente estaba setado en la parte de atrás, y todos oíamos su conversación, algo relacionado con trabajo, el caso es que en cierto momento se va para adelante y ahí sigue su conversación.

Llevaba como veinte minutos largos, y ahora ya estaba casi gritando. Otro chaval, se levanta y le dice algo al conductor. Este en cuanto puede para el autobús, se levanta de su sitio, y le pide muy educadamente que deje de gritar o se baja de SU autobús. Imaginaros a un tío de un metro ochenta, con su buena barriga y amplias espaldas. Un tio tranquilo, de esos que tranquilamente te parten en dos. El chaval del móvil, delgadito, un metro setenta y como cuarenta kilos menos. Bueno, el chaval se le pone farruco al conductor. Este muy tranquilo le repite que deje la conversación o que se baje del autobús, que no nos movemos hasta que haga algo. Al chaval le están tocando las narices por dos lados. Total que como ha "atendido" al conductor, el que estaba al otro lado le ha colgado. Visiblemente cabreado, le da al botón para bajar en la siguiente parada, que está unos pocos metros más adelante. Todo esto sin dejar de maldecir, al conductor, que le resbala mucho lo que le digan, se le ve que tiene callo.

Seguimos el camino sin contratiempos. Hace como 5 minutos que pienso que me he pasado de parada. Le pregunto al conductor y me dice que aún queda, menos mal, porque ir hacia atrás, no me hace ni pizca de gracia, que todo son "bonitas colinas". Me deja casi en mitad de la nada, con un poste por parada (para algunas cosas los americanos son muy austeros). Total que tengo que cruzar la carretera, sin paso de cebra ni nada de nada, así que me acerco a la calle que nace al otro lado de la carretera y que lleva a la playa. Cruzo esperando a que no pasen coches.

Atraviesas una especie de pueblito muy bien puesto, parece que hay pasta. Y un poco más adelante está la entrada a la playa, un poco descuidada. El caso es que la playa está bien, realmente bien. Imagino que en verano se tiene que llenar de gente.

Os pongo directamente las fotos, todas, algunas comentadas, porque es una playa, y pasé casi todo el día.











Sí, a una pata.

Al otro lado de la valla, es una playa privada. Esto en España no pasa, por suerte.


Pues parece que hay casitas por aquí.

Pues yo me voy.

No son de verdad, peo la idea me parece genial para que no suban ni las gaviotas, ni las palomas.

En una zona de la playa había una tubería que soltaba como arena negra, que cuando se mezclaba con la arena y el mar, creaban estas formas en el suelo.

























Y ya de vuelta por la noche, en el centro de San Diego.


No me preguntéis porqué aparece un reflejo del cartel, no tengo ni idea.

Ciao.

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