Oaxaca: Llegada y primer día

No os voy a contar cuatro meses en Oaxaca día a día, pero por lo menos tengo que empezar por el principio.Para empezar el primer día. 

El aeropuerto de Oaxaca es pequeñito, de esos que cuando te bajas lo haces directamente en la pista (aunque esto también me ha pasado en Madrid). El caso es que una vez recogida la mochila me dirijo a uno de los mostradores de taxis para ver las opciones. Hay dos, taxi personal y taxi colectivo. La diferencia es como un cuarto del precio. El colectivo da un poco más de vuelta, pero tampoco mucho más (o eso creía yo). Donde voy está a las afueras de la ciudad de Oaxaca, me subo con otras seis personas a la furgoneta. Me quedo al lado de la puerta, y tengo que subir y bajar con cada pasajero. No hay mucho espacio para las piernas lo que unido a los constantes "topes" no hacen del viaje lo más agradable, pero tampoco es mucho rato. Como me temía, soy el último.


La dirección que tengo no es muy precisa, carece de números. Hay una parte que me tiene con duda, así que pregunto. ¿Qué es terracería? No me entero muy bien de la explicación, pero al llegar a la terracería lo entiendo muy bien... es lo que comúnmente llamamos "camino de cabras".


Me recibe mi hermana Ruth en mitad de la nada. Hay muy pocas luces en esa calle. Si llega a llevar una antorcha hubiera sido un poco más épico, pero lleva un móvil que es casi lo mismo en este siglo. La casa de mi hermana es estupenda, está perdida de la mano de Dios, pero es estupenda. No se oye nada, excepto los animales nocturnos y los perros.


Por la mañana conozco a los dos perros que apadrinaron a mi hermana (en México muchas cosas son al revés o extrañas o inexplicables, ya os iré contando). El caso es que conozco Cosquillitas (bautizado así por mi sobrino el pequeño) y su amigo (mas tarde nombreado como Duvalín). Son perros comunales, los vecinos de la zona les dan de comer, sobre todo a Cosquillitas, porque su amigo, que también come, pertenece a una señora de la calle (dicho así, suena raro) quiero decir, una señora que vive en esa misma calle, pero cuando se va, le deja en la calle (todo muy normal).



Detalle de una jacaranda que hay por todas partes en Oaxaca.


Al día siguiente me voy a dar una vuelta por el centro, y la verdad es que está bien bonito. Como mi hermana tiene que currar, pues vamos, como excepción, en taxi hasta su trabajo y me deja bien ubicado tanto para desayunar (que no ha habido mucho tiempo) como para ir de turismo. Es decir, me ha dejado casi, casi, en el centro-centro (o el mero centro, que dicen por aquí). Estoy desayunando en San Pablo, que es un antiguo convento reconvertido en Centro Cultural, pertenece a una importante Fundación de Oaxaca.

Después del desayuno, que es en el mismo centro, por si no había quedado claro, entro para ver qué hay en el patio del centro. Como se acercan las navidades, la Fundación organiza actividades gratuitas para los niños de la cuidad, y han puesto un Tiovivo que debe tener como 50 o más años, y que montaron la semana pasada.










Aquí, como en casi todas las poblaciones de México, tienen un Zócalo, como una plaza mayor, pero con otro nombre. Es el nombre que tenía antes de la llegada de los españoles. Curiosamente en Oaxaca vivió Cortés, de hecho era el Marqués de Oaxaca. No confundir con "El Zócalo" de México DF, que es enorme, este es más chiquito, mucho más... por suerte.








El terreno de la Catedral de Oaxaca es bien grande. Cuando llueve la piedra se vuelve verde, no verde Hulk, pero sí con tonos verdes.




















El caso es que en Oaxaca hay muchas manifestaciones y también acampadas, como en Madrid. La que está ahora, y por lo que parece es perenne, es la de los profesores, que se turnan para estar siempre revindicando. Además siempre o casi siempre, no sabría decirlo, hay un mercado en el mismo Zócalo, así que siempre hay mucha gente. Lo que no hay es mucho espacio.

Después me fui a dar una vuelta a la iglesia de Santo Domingo... bueno no a la iglesia, sino al centro de exposiciones que tienen en el claustro y que como se estaba cayendo, pues lo remodelaron pero para ser una mezcla de museo y centro cultural, pues no hubo quejas. El caso que allí que fui. La entrada es bien bonita, la verdad.









Por dentro tampoco está nada mal, arquitectónicamente hablando, la verdad (uy! sí. El experto!).









Una de las exposiciones que estaban en ese momento... pues si os digo la verdad, tampoco tengo muy claro de qué eran, tengo una foto, pero lo dejo a vuestra interpretación, vamos que no me acuerdo.


















Los huertos del recinto se han reconvertido en un jardín botánico en que tienen todos los tipos de cactus y flora típica Oaxaqueña.






Estas son las escaleras que hay dentro. 


Y estos son los techos. Iglesia pobre, ajá.

Si váis para Oaxaca no dejéis de visitarlo, merece la pena, en serio.

Mi hermana me llevó a comer a un restaurante estupendo en donde me di el gran placer de comer seis moles diferentes. Si queréis saber lo que es el mole, pinchad en mole. El restaurante se llama Los Pacos, otro muy recomendable visitar, sobre todo en la terraza. Un espectáculo en todos los sentidos.

Volviendo a casa, me encuentro con esto.








Para cenar unas quesadillas con aguacate y mole (sí, más mole!!). Y este fue el primer día en Oaxaca.

Ciao.

San Diego día de marcha y últimos días

Al día siguiente de la playa, tampoco me levanté pronto. El día estaba medio nublado, y tampoco apetecía mucho salir. En el desayuno conocí a Jordi, un chaval bien simpático con el que pasé el resto del día. Como no hacía muy bueno dimos una vuelta por los alrededores sin alejarnos mucho. Estuvimos hablando de todo un poco, hubo muy buen entendimiento. Jordi estaba en Estados Unidos buscando ideas, y también inspiración. A veces es necesario salir de la zona de comfort e intentar ver más allá. Jordi es autónomo con ganas de hacer algo diferente en España y/o en Cataluña.

Coincidimos en muchas cosas, en líneas generales, en otras no, pero ambos somos "open minded" y nos gusta escuchar y ver y compartir otros puntos de vista. Así que nos entendimos muy bien. Dimos una vuelta por el paseo marítimo, y luego un poco por las calles cercanas. Llegada la hora de comer Jordi buscó un restaurante con buena crítica y buen precio y que estuviera cerca. Cuando llegamos al sitio, parecía cerrado, ya que los cristales estaban un poco tintados y no se veía gente. Entramos y sí, estaba abierto. Recuerdo que pedí algo terminado en sandwich y me trajeron una hamburguesa. Estaba deliciosa.

Cuando terminamos de comer, decidimos tomar algo de sobremesa. Empezamos con cervezas, en un bar que estaba casi enfrente del hostel y que se llenaba casi todos los días. Jordi es muy curioso y analítico y me comentaba muchas curiosidades y preguntaba otras a los camareros. Muy interesante todo. Como a las cinco o seis de la tarde, una leve pero constante lluvia nos hizo movernos al interior del local. Nos acomodaron en una mesa larga con más gente. Ahí conocimos a un grupo que venía a ver un partido de Footbal americano, no recuerdo desde dónde. Ya eran como las ocho cuando pedimos algo de comer, porque tanta cerveza empezaba a hacer efecto. Después de unas alitas, seguimos pasándolo bien.

Sobre las nueve, en el bar movían las mesas para hacer hueco para una pista de baile. El DJ del local subía el volúmen de la música y ponia "éxitos de baile modernos", joder qué viejo me sentí!! Después de un rato, como a la una de la mañana o algo así. Decidimos cambiar de local, fuimos a otro un poco más oscuro, pero no tan animado como el bar, y con música que me gustaba aún menos. El caso es que lo cerramos y de ahí, al hostel.

Al día siguiente Jordi quería dar una vuelta y conocer un poco San Diego. Le dije lo que yo había visto. Como había alquilado un coche, iba y venía más rápido que yo. Así que en un día visitó el parque Balboa, La Jolla y alguna parte más. Yo por mi parte decidí ir a otra playa, porque La Jolla me había gustado.

La playa está en "Coronado" al otro lado de la bahía. Se iba en autobús bien. Hacía un poco más de aire, así que pensé en ir con mi chaqueta. Se me olvidó. Al llegar a Coronado tuve que comprar algo para el frío porque "Hacía un ris que cortaba el pis". Realmente hacía más viento que frío, pero la sensación no era agradable. Al llegar ya eran como las dos de la tarde, así que al llegar tenía hambre. Comí una pita de pollo con patatas y algo de beber.

De camino a la playa, me encontré con estos coches.


Este es el bueno.
Un poco más adelante ya estaba la playa, que tenía bastante gente para la temperatura que hacía. Lo que no recuerdo era el día, pero si era entre semana había bastante gente. Ese día tuve un problema con la cámara porque se le gastó la batería y la que traía de repuesto estaba también gastada, así que las fotos están hechas con el móvil en su mayoría... hasta que se gastó la batería también.


Ya quedaba poco para la Navidad.

Las vistas más bonitas eran desde un malecón que entraba en el mar unos 50 metros. 
Ese día además la mar estaba bien brava y había muchas olas y levantaban mucha arena de fondo.







Sinceramente no tengo mucho que decir aparte de lo que se ve en las fotos. El malecón estaba bien bonito y hacía buen día, pero con mucho viento. Intenté echarme una siesta en la playa, pero con el viento no se podía porque levantaba la arena. Así que después de tomar una cerveza en un bar y como no podía tomar más fotos decidí irme.

Me perdí un poco, pero encontré a un simpático lugareño que me indicó muy amablemente dónde subirme al bus.

Después de llegar al hostel, ducharme, relajarme, decidí darme una vuelta. Después de un rato, ya sobre las 9, decidí entrar en un Hooters. Al rato llegó Jordi, nos tomamos un par de cercezas y nos fuimos al hostel. Ya no estábamos para fiestas.

Al día siguiente sólo di una vuelta por el paseo marítimo, y literalmente perdí el tiempo. Alguna foto hice.











Como un taxímetro pero para hacer donaciones.


Terminé el día cenando en un lugar en el que pides la carne que quieras, te la traen cruda y te la haces al gusto. Un rollo de cuidado, pero lo mejor es lo que se ahorran en chefs. No tenías opción para que ellos te la hicieran. Era un poco caro, pero la verdad es que el trozo de carne que te ponen estába bien hermoso y bastante rico.

Al día siguiente, ya era mi último día. Tenía que estar en el Aeropuerto de Tijuana como a las tres de la tarde o algo así. Así que me informé de cómo se llegaba al paso fronterizo con más tráfico de personas del mundo y allá que fui.

El paso está a varios kilómetros de San Diego, en un lugar llamado San Isidro. Se llega en tren muy fácilmente, y se tarda unos 15 minutos, el tren no va rápido. Me pasé el viaje charlando con una pareja de Indonesios y con un americano que iba a Tijuana a operarse de cataratas porque era mucho más barato que en USA, y el médico era el mismo.

Creía que me iba a encontrar algún tipo de control, alguno!! pero nada de nada. Te dejan entrar en México sin problema, no te piden nada de nada, ni te paran ni nada. Sólo vi a un soldado americano armado en un pasillo y ya. No hay nada más.

El cambio de país se nota nada más entrar en México, lo que más me impresionó es la larga fila de gente, y la falta de señalización para la gente que entra. Pero lo que más me sorprendió fue que lo primero que te encuentres sea una Farmacia. Y cuando digo lo primero es lo primero, casi no has entrado en México y si te descuidas entras en una farmacia.

Como no está señalizado y las indicaciones son con la mano, me uno a la fila de gente que quiere entrar al país. Pregunto y me dicen que no, que la fila de entrada hay que cruzarla. Total que sago de allí, y me subo a un taxi para que me lleve de inmediato al aeropuerto. Lo hago sin pensar, porque si en USA he creído que te pueda pasar algo en los taxis, en México te pasa. El caso es que iba pensando yo esto por el camino. Así que al llegar al aeropuerto sano y salvo, le doy al taxista una buena propina.

Entro en el aeropuerto y veo un estupendo stand en el que dice, Extranjeros Aquí, o pase por caja, por favor. El caso es que puedes entrar al país y no te dan nada, pero al entrar al aeropuerto y querer subir a un avión te cobran 310 pesos, así por el morro, y yo me quejaba de los gringos que cobran 20 dólares por lo mismo y además lo haces por Internet. Como no tenía, tuve que sacar dinero de uno de los cajeros que habia por allí, que me cobraron 20 pesos de comisión y era el que menos cobraba, curiosamente era el Banco Santander. El BBVA eran 30, y Bancomex creo que 25. Sí, probé los tres que había.

Total que entro, me dan un papel con la visa, por 180 días, y me dirijo a pasar los controles que son tan estúpidos como en cualquier otro lugar del mundo, aunque no me hicieron descalzarme, por suerte.

Comí una hamburguesa en uno de los restaurantes mientras veía la pista y cómo subían y cargaban las maletas en los aviones con carros con tracción humana. En fin. Después de pasar el rato en una de las salas de espera peor diseñadas de la historia (los asientos de espera formaban cuadrados, desaprovechando todo el espacio interior de los mismos, y haciendo la sala mucho más pequeña), subo al avión que me llevará a Oaxaca. Pero eso mañana.

Ciao.