Descubriendo San Francisco II

Después de acostarse uno casi a las 3 de la mañana, no me levanté muy pronto, aunque tampoco tarde. Después de desayunar estuve en uno de los ordenadores del hostel preparando la siguiente parada del viaje, San Diego. Ente pitos y flautas una de las tarjetas se me bloqueó, ya que mi actual banco después de varias compras en Internet la bloquea por unas horas. Ya me ha pasado, me doy una vuelta, regreso y retomo donde lo dejé.

Salgo en dirección contraria a Chinatown para conocer un poco el resto de la ciudad. Voy a la zona de compras, a ver qué se mueve por allí, de camino paso por el centro económico de San Francisco, el equivalente a Azca de Madrid, pero en mi opinión más bonito.

Este edificio lo he observado ya un par de días y he de decir que las figuras son un poco siniestras, me recuerdan a ciertas miniaturas de warhammer... jejeje.

Lo peor de todo es que creo que es de una compañía de seguros.

Un poco más adelante la vista es así.


Casi parece New York, sólo que con mejor clima.


Me encanta que se mezclen edificios de diferentes estilos, tamaños y épocas.


Las líneas del tranvía quedan así de bien.


Este edificio me pareció muy curioso, se ve que necesitaban que creciera un poco, pero no les gustaba el ladrillo original.

Luego me encontré con el edificio Hobart.


Por la calle pasaban estos tranvías.



Cuando se crea algo para durar, puede durar muchos años. Sin duda estos tranvías quedan de lujo en cualquier ciudad. Ójala aprendieran en España cómo hacer transportes públicos de calidad y duraderos. De camino a la bahía te encuentras con esta vista.


Una gaviota curiosa.

Algunos edificios crecen en las palmeras

Volviendo hacia el centro, te puedes encontrar estas farolas (a veces yo también me pregunto porqué me gustan las farolas).


Subiendo por la calle de nuevo, la vista de la calle con los edificios de oficinas es realmente chula.









No es igual, pero se parece al Flat Iron de New York.





Un poco más adelante había un sitio en el que una línea de tranvías daba la vuelta, lo cachondo es que tenían una plataforma que giraba con todo el tranvía, pero estaba este señor delante montando un especctáculo.





El de uniforme no formaba parte del espectáculo, y de hecho, fue el responsable de que terminara. Se ve que no le gusta que la gente haga corrillos.

Al fondo se ve a un tranvía girando 180º.
Y un poco más adelante se escuchaba una banda de blues tocar, y cuando me acerqué vi esta extraña combinación. Brunch, con cervezas y blues.


Ya me eempezaba a entrar hambre, así que en un mercadillo que me encontré cerca del ayuntamiento, compré algo de comer. Era un mercadillo ecológico, natural, y casi, casi vegano. Al sacar la cartera para pagar, fue cuando me di cuenta que una de mis tarjetas me la había olvidado, posiblemente en uno de los ordenadores del hostel. No me alarmé mucho ya que confiaba en que si alguien encuentra una tarjeta de crédito en un hostel lo normal es que lo devuelvan. No?

Cerca del mercadillo había una gran plaza en la que destacaba el edificio del ayuntamiento, que ahora sé de dónde se inspiraron para el de las Súpernenas.


No me puedo olvidar de que toda la zona estaba llena de homeless, pero muchos. En parte me pareció bien que estuvieran a las puertas del ayuntamiento, para que no se olvidaran de ellos.

Un poco antes de llegar al ayuntamiento, estaba esta bonita fuente, no me acuerdo a quien dedicada, pero que a sus pies había unas escenas con hechos importantes de la ciudad... supongo.




En la misma enorme plaza se ubicaban varios museos, al menos dos. Uno de ellos, el de Arqueología e História, tiene estos bonitos leones o tigres orientales.



Después de matar un poco el gusanillo, regresé al hostel pero no por la avenida por la que había venido, sino callejeando un poco. No me sentí muy a gusto en esta zona, puesto que la gente cambiaba drásticamente, y seguía habiendo mucho sin techo, pero nadie me dijo nada ni se metió conmigo. Lo mejor, sin duda de estas calles eran los grafittis que estaban por todas partes. Me gustó que los hubiera en los comercios, no representando los comercios, sino puro arte.





A los lados de la calle por la que iba, estaban estos graciosos tigres chinos.



No sé si delimitaban el barrio chino u otro barrio, pero el caso es que estaban bien bonitos y cuidados.

Por esta zona aún se conservan comercios y edificios un poco más viejos que los del centro, y con ese aire típicamente americano.


 Un poco más adelante empezaba una cuesta no muy pronunciada, de esas que vas subiendo poco a poco y cuando terminas estás completamente sudado. Como se ve en las fotos estaba un poco nublado y además hacía un aire fresco, lo que invitaba a seguir andando.

Se puede apreciar la subida.

No lo parece pero sigue en cuesta.

Creía que estaba arriba de todo, pero había más calle y por supuesto más cuesta.

Una vez arriba, descubro un barrio de lujo, literalmente. Se ve que a los ricos le gusta estar literalmente arriba. Para que os hagáis una idea.


Sí, arriba en la colina había una preciosa iglesia con sus gŕgolas y todo.




Un hotelito, en el que la mitad del personal son traductores. 
Lo mejor es que cuando llego arriba del todo descubro en el cruce que hay en el "top of the hill" que una de las calles que baja es Sacramento.  Había que bajar, y la vista desde ahí era así.



A medida que se bajando, nos adentramos en ChinaTown.








Regresé al hostel para ver si habían encontrado mi tarjeta, busqué en los ordenadores, y nada, nadie la había visto ni devuelto ni nada. Comprobé que no hubiera gastos (de hecho estaba bloqueada, como os decía), así que procedí a anularla. Hecha la comprobación, continué con el paseo.


Ahora me dirigía de nuevo a la torre, exactamente dónde me había dicho Elle, que podía encontrar colibríes. Así que tocaba subir de nuevo la cuesta. Un poco antes de abandonar la calle y las casas que están alrededor de la colina, hay esta vista del centro de San Francisco.



El tiempo había mejorado un poco, así que arriba en la subida estaba esta vista.


Una vez arriba y recobrado el aliento, encontré la entrada que bajaba del otro lado de la colina.


Una vez pasado este tramo se descubre una zona de la cuidad, en la que predominan las casitas con jardines privados a ambos lados de la escalera.


Parecía de cuento esta zona.






Vi una vallita y una puerta y no me pude resistir a entrar en este jardín, no sé si era de una sóla persona o de varios propietarios, pero era un jardín grande y bastante bien cuidado.


En algún momento a alguien le pareció buena idea tener un parquímetro dentro de un jardín.


Al principio sólo se veían casitas de madera.


Un poco más abajo, casi en la calle, vi mi primer colibrí.


Sólo estaba al otro lado de la colina, pero hay que decir que con unos jardines tan exhuberantes, parecía otro lugar.


Pensé en regresar por la calle, pero la verdad es que me apetecía regresar y ver un popco más de estos jardines. La escalera asustaba un poco, la verdad.



Un poco más arriba, me encontré a un vigilante, que no se quiso mostrar mucho. ;)


Había muchas flores. En primavera esto tiene que ser espectacular.


Así son las casitas. Sabes que si llamas a la puerta aparece un señor o una señora mayor, que con tres palabras que cruces te invitan a café. O un ultracatólico con un rifle.




Así son los mensajes del vecindario.


Las vistas de la bahía aunque limitadas son bien hermosas.


Así se veían algunos de los jardines.


Aquí encontré a otro colibrí. Este fue un poco más cabrón, os pongo dos fotos, en las que aparece bien, definido y con los colores. Le hice más de 120 fotos, lo juro y casi pierdo las gafas. Hubo un momento que pensé que me tomaba el pelo. El pájaro hacía lo siguiente: Salía volando, se quedaba en el aire quieto un instante y regresaba a la rama Pues bien, nunca hizo esto cuando estaba preparado con la cámara, cuando bajaba los brazos, el cachondo, hacía su teatro y regresaba. Recordarlo 120 fotos, me sentía como el coyote intentando atrapar al correcaminos.




Cuando ya me cansé. Hice esta foto sabiendo que el modelo no se iba a mover.


La zona bonita está separada por una calle, pero seguía escondiendo joyitas.




Una vez arriba, de nuevo en la torre empezaba a atardecer.





Un detalle de la fuente, tienen en cuenta que puedas llevar una mascota y que tenga sed.


Estaba atardeciendo, y se desde la torre San Francisco se veía así.












Cuando empecé a bajar de vuelta ya era de noche. Tengo que decir que esta parte de la ciudad mola de noche, mola mucho. Te puedes encontrar una peluquería de este pelo.


No recuerdo cuánto cobraban pero creo que tenía un impuesto hipster o algo así (es broma), pero es lo más hipster to en mi vida. De vuelta al hostel, no eran ni las 7 de la tarde, la ciudad tenía esta pinta. 
















Al llegar al hostel Enrico me propone ir a cenar a un restaurante Senegalés? no me acuerdo bien. El caso es que habíamos quedado con Courtney Loech, la gerente del hostel en el restaurante a eso de las 10 creo. También venía Elle. Perfecto. 

Como teníamos tiempo Elle nos dio una clase de historia de San Francisco. Estuvimos en la misión que da nombre a la ciudad. Luego fuimos a un parque y nos subimos a los columpios... eran para adultos en mi defensa. No tardamos mucho porque al día siguiente salíamos camino a San Diego a las 4 de la mañana.

Ciao.




3 comentarios:

  1. Joder, Rafita, que bien te lo estas pasando....te lo has montado muy bien!!!
    Disfruta mucho de tu viajazo que seguiremos viendo tus foticos y tus comentarios. No paras!!! Sigue viajando, pasándolo genial y conociendo gente!!!
    Muchos besos.
    Melinda

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  2. Se hace lo que se puede Meli!! :P

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  3. Qué preciosas fotos!!! se ve tan bonita la ciudad de día y noche. p.d. creo que las farolas que tanto te ha gustado fotografiar es porque de ellas cuelgan pendones de los jugadores del Giants ;)

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